loader

¿Chismoso o "Socialmente Informado"?

¿Chismoso o "Socialmente Informado"? La ciencia detrás de por qué tu cerebro ama un buen cuento 

Admítelo. Esa pequeña chispa de emoción cuando un amigo te susurra: "¡No sabes lo que me enteré!". Esa oreja atenta a una conversación ajena. No te sientas culpable, ¡es pura ciencia! En el reciente y divertido segmento de "Los Brollos de Zenilda", nuestra experta en todo y nada desató el debate: ¿Por qué nos gusta tanto el chisme? Para ponerle orden a la tertulia, invitamos al psicólogo clínico, el Dr. Gilberto Aldana, quien nos reveló la fascinante verdad detrás de este placer culposo. 

El Chisme: Un postre para tu cerebro que libera dopamina

¿Sientes un rush de energía cuando te enteras de un buen chisme? No es tu imaginación. El Dr. Aldana lo confirmó con claridad: "Cuando nos enteramos de un buen chisme, el cerebro libera dopamina". ¡Así como lo lees! Esa misma sustancia química asociada con el placer, la recompensa y la motivación se activa cuando descubrimos una información que percibimos como "oculta" o exclusiva.

Básicamente, el chisme funciona como una recompensa neurológica instantánea. Es el placer de saber algo que no todos saben, especialmente si se trata de la vida privada de una persona, y más aún si es una figura de autoridad o alguien que parece "perfecto". Como señaló el doctor, nos da una sensación de poder y nos ayuda a "bajar de las nubes" a los demás, nivelando de alguna manera el campo social. 

El Chisme como conexión social (y como arma de doble filo)

Más allá de la química cerebral, el chisme cumple una función social sorprendentemente poderosa. ¿Quién no ha fortalecido un lazo de amistad compartiendo un secreto o una anécdota jugosa?

  • Crea complicidad: Compartir información confidencial genera un lazo de confianza y pertenencia. Es una forma de decir "estamos en el mismo equipo", reforzando lazos dentro de un grupo.

  • Ofrece drama e intriga: Como comentaron los animadores, un buen chisme es como una telenovela en tiempo real que nos saca de la rutina, inyectando un poco de emoción en el día a día.

  • Nos mantiene informados: En su forma más básica, el chisme actúa como una red de información sobre lo que sucede con los demás en nuestro círculo social, ayudándonos a navegar las dinámicas interpersonales y a entender el comportamiento de quienes nos rodean.

Pero ¡cuidado! El Dr. Aldana fue muy claro al trazar la línea roja. Cuando el chisme se basa en mentiras, se exagera deliberadamente o tiene la clara intención de dañar la reputación de alguien, deja de ser un simple placer social. En esos casos, puede convertirse en un delito: difamación e injuria. La intención y la veracidad son clave.  

La conclusión es fascinante y matizada: el chisme no es inherentemente malo; es, en esencia, una herramienta. Es parte de la naturaleza humana, un mecanismo innato para conectar y entender nuestro entorno social. El verdadero problema no reside en el acto de chismear en sí, sino en la intención con la que compartimos esa información y el impacto que tiene en los demás.

Así que la próxima vez que te llegue un cuento jugoso, antes de compartirlo, hazte estas preguntas cruciales: ¿Esto construye o destruye? ¿Informa o deforma? Y, sobre todo, ¿es algo que te gustaría que dijeran de ti? La responsabilidad es nuestra.

¿Quieres ver a Zenilda sacarle los trapos sucios al mismísimo Dr. Aldana y no perderte ni un detalle de esta divertida y reveladora conversación? ¡Asegúrate de ver el segmento completo!

Compartir